22.6.14

El dedito y la yaga

Extraña sensación la de rascar la herida. Recién se cerraba y con el dedo ya estas rascando. Dolor y placer, sino ¿qué sería?. No solo se practica con heridas físicas, además es usado en heridas emocionales. Una canción, un poema, una película, un libro, un perfume, etcétera, etcétera.
Seducido por ese dolor placentero, ese amargo o mas bien, mejor dicho, agridulce sentir. Un pequeño sadismo podría resumirse. Y este es el punto en el que caigo en la reflexión, ¿es necesario?, ¿es saludable?, ¿o simplemente la satisfacción del saber que en algún momento se sintió algo?, algo lindo, o feo, pero algo al fin y al cabo.
El saber que la sonrisa que muestras y que cuesta tanto mantener, o las lágrimas que guardas y a las cuales les cuesta tanto salir, en algún momento no necesitaron de ningún tipo de esfuerzo. Triste o alegre, pero vivo.
Sentirse muerto por dentro, un dolor que no duele, un frío que no puede ser mitigado, perdida de los sentidos, la comida no tiene gusto, ni el olfato o el tacto se salvan y entre tantas cosas el insomnio reina.
Esperando un abrazo que cure, que abrigue, una caricia que ayude a descansar y deje ver que, el amor al igual que el silencio está siempre presente, ocultándose de todos aquellos que lo buscan. Y guardo el cuaderno y la lapicera, me acuesto y agarro el MP3 con los auriculares, para escuchar todas esas canciones con las que me meto el dedo en la yaga, y aunque rasco, con fuerza, soy incapaz de sentir.

By EnK

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